viernes, 30 de diciembre de 2011

Incursiones vikingas en el Sena

Una de las características principales de los barcos de guerra vikingos (drakkars) era su reducido peso y poco calado. Esto hacía posible que pudieran navegar a mar abierto, adentrarse en vías fluviales y incluso ser transportados por tierra. Sin estas auténticas obras de ingeniería náutica, hubiese sido muy difícil realizar, por ejemplo, las diferentes incursiones por el río Sena (Francia) y el ataque final a la ciudad de París.


Se tienen noticias de piratas en el Sena desde el año 820, durante el reinado de Luis I. Fueron pequeños actos de piratería a poca escala que realmente no preocuparon demasiado al rey como para tomar medidas. Aunque no sabemos a ciencia cierta si estos actos era perpetrados por vikingos, los acontecimientos posteriores nos hacen pensar que fue así.

Según los Anales de San Bertín, en el año 841 se produjo un incendio en Ruán a manos de los vikingos: "piratas daneses descendieron por el canal y atacaron Ruán, saquearon la ciudad mediante el pillaje, el fuego y la espada". También fueron saqueadas, en esa época, otras iglesias importantes en el Sena.

El rey, Carlos II de Francia (apodado "el Calvo"), vio como los poco importantes actos de piratería sufridos por su padre Luís I se convertían en una amenaza de proporciones mayores.

Miniatura que representa a Carlos el Calvo, recibiendo a una delegación de monjes de Tours


Los temores de Carlos II se cumplieron, cuando en el año 845, una flota vikinga se adentró en el Sena, llegando hasta París. El rey, no tuvo más remedio que invitarles a que se marcharan a cambio del sustancioso pago de 7.000 libras en oro y plata. Pero si Carlos II pensaba que de esa manera conseguiría que no volvieran, se equivocaba. La capacidad de pago del rey hizo atraer a más vikingos con ansias de riqueza.

Los vikingos comenzaron a instalar campamentos de invierno donde protegerse antes de realizar las incursiones. Carlos no veía la manera de hacer frente a esta amenaza. La primera de sus medidas fue reclutar a vikingos como mercenarios para que hicieran frente a los vikingos acampados en las orillas del Sena. En el año 860, contrató al líder vikingo Weland y a todo su ejército. Weland consiguió sitiarlos en la isla de Oissel. Pero Carlos, pronto se arrepintió de haber contado con él para hacer frente a la amenaza vikinga. Weland fue sobornado por 6.000 libras en plata por dejar escapar a sus paisanos vikingos.

La segunda medida de Carlos II fue construir puentes que cruzaban el río Sena para así obstaculizar el paso de los barcos vikingos. Sin sus barcos, los vikingos tendrían más difícil llegar a París y además sería más complicado o imposible transportar por tierra los bienes saqueados, en caso de victoria.

Según los Anales de San Bertín, en el año 862 comenzó la construcción de uno de esos puentes en Pistis. El lugar se ha identificado como Pont-de-l'Arche, población muy cercana a la confluencia del Sena con el Eure. En la localidad de Igoville, situada enfrente de Pont-de-l'Arche se han encontrado restos de lo que fue el fuerte encargado de defender el puente. Se trata de un recinto cuadrado delimitado por una muralla de tierra con un área de 6,5 ha.


Blasón de la ciudad de Igoville con un león, tres drakkars y el fuerte.

En el año 865, el fuerte estaba terminado pero no tenía guarnición. Ese mismo año los vikingos atacaron de nuevo. Los vikingos defendieron el fuerte durante un año, mientras asediaban París. Una vez más, Carlos II tuvo que hacer frente a un pago de 4.000 libras de plata para que lo abandonaran.

Después de este último ataque, hubo un periodo de tranquilidad en cuanto a ataques vikingos en el Sena. Momento en el que Carlos aprovechó para reforzar el fuerte y dotarlo de guarnición.

Pero todo fue en vano. En el año 885, una gran flota formada por unos 700 barcos vikingos y liderada por los jarls Sigfred y Rollon llegó al Sena. En esta ocasión, su objetivo no era París, sino Borgoña. Pero para llegar a ella deberían atravesar los dos puentes construidos por Carlos II, el de piedra (Pont-de-l'Arche) y el de madera (Le Petit Pont) . Decidieron negociar su paso, pero recibieron la negativa del duque Eudes, cuyo padre había muerto combatiendo contra los vikingos y conocía bien la poca palabra de estos. Los vikingos, no tuvieron más remedio que arrasar París y entrar por la fuerza.


Le Petit Pont (París) en la actualidad

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